Estate quieto
17 agosto, 2024Son las 10 de la mañana y me acabo de despertar. Aún siento esa pereza habitual que me impide levantarme rápidamente. Nunca he sido una persona de mañanas, siempre he preferido las tardes. Desde la universidad, me adapté al turno de tarde, y ahora tengo la suerte de dirigir mi propia escuela de karate, que también funciona en horario vespertino.
Mi rutina diaria refleja esta inclinación: las tardes son para el ejercicio físico y el negocio, mientras que las mañanas las dedico a la meditación y a eliminar todo el ruido externo e interno. Me tomo las cosas con calma. Hago unos estiramientos suaves, me preparo un café y disfruto de un momento de tranquilidad. A veces leo un poco, y si me apetece dormir más, no me lo pienso dos veces. Me permito disfrutar de los sonidos cotidianos en silencio, como el ventilador oscilando en el calor de agosto.
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